miércoles, 18 de marzo de 2015

Lo perfecto

Lo perfecto fue coincidir
en el viaje astral
en el año, en la fecha, en el día
en la puerta que dio a una casa, en una vereda, iluminada, céntrica, despierta

[dormida]

Lo hermoso fue sostener
tu mano hasta la esquina
y soltarla para saber que volvería a llevarla junto a mi al otro día

Lo exacto fue tomar el agua de tus pupilas
una tarde de otoño, fría, sin abrigos, sin calles, solo en un banco de plaza, nuestras caras contra la inmensidad de la vida, entregada como un ramo de estrellas en el medio de la densa neblina

Lo bello fue descubrir juntos
lo que nos haría esclavos
el amor y sus bailes demenciales
el suicidio de las mariposas
la helada cruz en la espalda
la poética necesidad de darlo todo
el grito y los manotasos
y un te amo desesperado, quebrado, punzante, contra la boca del estómago, oprimiendo los pulmones

Lo lindo fue verte ir y venir mil veces
y cuidarte como a una estampita
y llevarte a mi pecho las veces que pude
y rezar por vos, por nosotros, por todo el daño causado
y mirarte a los ojos y pronunciar el conjuro
una y otra vez, cada vez más fuerte.

Lo divino fue gritarte en silencio cada noche
hasta traerte de nuevo
hasta desarmar las posibilidades
hasta romper los misterios
hasta crecer juntos como dos cicatrices de la misma herida
del mismo accidente, de aquella caída
que nos hizo ser quienes somos, a pesar de todo.

Lo sagrado es el amor
solo el amor y nada más que el amor
que una vez conocido atraviesa cada sentido
como una fe desconcertante
que nace de dónde nada más nace
y nos mantiene errantes
y cálidos por las noches
que no nos deja quietos
nos arrastra por todo el suelo
y no nos deja sentir dolor
ni descanso
ni consuelo.

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