viernes, 29 de junio de 2012

Las brujas


¨Mirá, no quieren que te lo cure, cuando se dobla la cinta es porque no quieren que te lo curen¨

Me dijo mientras estiraba con fuerza la cinta roja con la que previamente me había curado el empacho y con la que ahora me iba a curar el mal de ojo. Esa cinta roja que tiene un dije como de bronce en un extremo, que tiene toda la pinta de ser la misma cinta con la que hace más o menos 40 años mi tía le cura todo a todo el mundo.
Llegue a casa mareada, descompuesta, había estado todo el día durmiendo de manera intermitente, en intervalos, pero es jueves, con tanto trabajo, estudio, era raro tanto sueño, así que cuando llegué le toque la puerta. Primero me midió el empacho, era reciente, en mi interior pensaba que seguramente venía de la pasada de rosca generalizada de estos días, que de tanto pensar a veces me olvido de comer, y se me empiezan a notar los huesitos del pecho, creo que realmente hay días en que estoy llena de tanto tragarme las palabras.

Cuando terminó, insistió en curarme el mal de ojo también, y afirmó

- ¨Vos siempre tenés del malo¨

A mi ya no me asusta. Antes pensaba que si estas teorías semi - chamanicas de las viejas eran ciertas, tendría que empezar a desconfiar más, a repeler miradas, lo cual es muy difícil para mi, ahora pienso que con la cuestión energética estoy más allá del bien y del mal, me descubrí más bruja de lo que pensaba llegando a la adolescencia, y era de familia, y era de las mujeres, por el lado paterno, las mujeres son pilar de piedra, locas, brujas y caderonas, y los hombres son hombres, siempre bajo sus faldas.

Mientras seguía el ritual, yo me sostenía la cinta roja en la frente y ella me cerraba los ojos y rezaba por mi, me hacía la señal de la cruz en la frente, y yo pensaba que en realidad, tal vez, lo que cura es eso.
Ese acto de rezar por alguien más y pedirle al universo que se apiade con sus efectos colaterales es tan puro y tan cálido, que curaría cualquier cosa, me pregunto yo, creyéndome a veces parte de esa fuerza, como no detenerme ante la súplica de esa mano frágil que cura a través de simples palabras y algunas muecas.

Pienso que si hay un dios, o un ente similar que regule las cuestiones existenciales, debe morir de ternura y compasión ante tal imagen.

Sin embargo ella me advierte, y cuando me advierte muestra los dientes, que tenga cuidado, que no todos los que están al lado son necesariamente nobles, que mi mal de ojos tiene al menos 10 días, y que es provocado por una gran envidia, que hago mal en confiar en todo el mundo, que no todo el mundo es como yo (menos mal, pienso en mi interior) y que me ponga un grano de arroz en la bota izquierda, que eso ayuda bastante, me pregunta si yo desconfío de alguien y la verdad que si, de una sola persona, que cada tanto me ama pero no más de lo que me odia.

Me pregunta si no me duele, que como puedo estar con la cabeza así de comprimida y la energía esa rondándome continuamente, que porque no lo detengo, yo no puedo decirle que dentro de ese aire tenso que me él deja, he encontrado una manera de tenerlo cerca, pero tampoco que quejo.

Cuando me voy a dormir me recuerda que es cuestión de escuchar, que todos tenemos ese fuego que cura por dentro, y sentencia ¨ Las brujas no existen, pero que las habemos, las habemos¨

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