sábado, 25 de julio de 2015

Amar a un conejo

Me enamoré del conejo en otoño
que animal tan sorprendente

ágil, delicado, suave
¿Viste alguna vez un conejo de cerca? Su pelaje blanco esconde sus más verdaderas intensiones.

Porque a los dragones se nos nota de lejos lo que nos traemos entre manos
se nos huele,
dejamos el aire plagado de nuestros pretextos

pero con los conejos.. con los conejos hay que tener cuidado

que iba a saber yo, que lo iba a amar hasta el ahogo...

Se presentó, se apareció ante mi alterando mis sentidos
grácil, sutil, sonriente, como un chico jugando en una plaza
y yo, curioso, me acerqué, a respirar el aire que él respiraba
y como esos mitos que a uno le cuentan de chico
vi en sus pupilas, el resto de mi vida

Yo sería siempre, un dragón condenado a la grandeza
condenado a observar sus movimientos desde lejos
a dibujar con sombras sus besos

hasta el día que me decida a acabar con mi propia existencia
y me acerque a él más de lo debido.

Una tarde volé hacía su escondite
lo cubrí con mis alas
prendí un fuego sagrado alrededor de los dos
y me amó
y me hirió

y lo difícil no fue morir en sí
lo difícil es que nunca me mató del todo

siempre puede matarme un poco más.

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