martes, 26 de mayo de 2015

5:30 am

A las 5:30 de la madrugada abrí los ojos, y los clavé en el techo
después fui recorriendo con la mirada los detalles de un ropero empotrado a la pared
hasta terminar en el reflejo de la luz naranja contra su cara

sentía que me prendía fuego

tenía mucho calor, la garganta reseca, las manos hinchadas, el pecho adolorido

a mi derecha, un halcón haciendo guardia
a mi izquierda, los ojos cerrados, la respiración baja, los músculos relajados, las manos buscándome,
tanteando cada movimiento, cada vuelta en la cama para recuperar el sueño.

En mi cabeza la oscuridad de la noche se iba convirtiendo en una novela
en un relato de un naufragio

en su cabeza, atravesada por un hilo naranja, se abrieron los ojos, misteriosamente
explosivos

y sin parpadear me miraron
me desgarraron, me estaquearon a la cama
durante cerca de 10 segundos se dejaron de escuchar las voces
y todo fue caos, perfectamente acomodado

cerró los ojos, y yo caí
otra vez le dije a la muerte
"Sería tan feliz si me llevabas ahora"
y ella nos tapó la espalda
y nos besó la frente


No me queda duda que morir
es un mundo donde vos todavía no naciste.
No me queda duda que vivir
tiene sentido al encontrarnos.

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