martes, 8 de noviembre de 2011

Lluvia

Llueve fuerte, con viento, con truenos, con un poco de calor, un poco
llueve mucho

como hace un par de años.

Cómo no recordar tu cara cada vez que llueve así, portabas una de las expresiones menos sutiles del mundo.
Me pasaste a buscar por una fiesta, era Septiembre, una fiesta donde elegían a una muy barata reina de la primavera, lo cual nunca pasó cabe aclarar, porque todos nos emborrachamos antes de recordar que motivo nos tenía de fiesta.
Salí a buscarte en el medio de la madrugada, después de desencontrarnos, con una flor amarilla de tela colgando del pelo, te encontré, te abrace y te besé, y odiaste por completo quererme como me querías, quererme despeinada, borracha y feliz.

A mitad de camino a casa te di la mano y te dije, más bien remarqué: ¨Te estoy agarrando de la mano, en la calle, nos ven todos¨ y después pensé ¨pero son las 4 de la mañana, creo que en realidad no nos esta viendo nadie¨.

Nos estaba viendo la luna, la catedral y la oficina del diario
la municipalidad, los monumentos, y las ratas de los árboles.

Al cruzar una esquina, empezó a llover
vos odias la lluvia
no solo odiabas amarme, también odiabas la lluvia, y el frío
recuerdo haberme reído mucho de eso, mientras veía charcos de agua bajar por las tablitas de mi pollera, mientras sentía las zapatillas cada vez mas húmedas y apretadas.. siempre me da risa que la lluvia no tenga piedad de nadie, menos de la gente que no la soporta, estuviste todo el camino casi sin hablarme, como si yo y la lluvia fueramos lo mismo. Tus ojos negros se perdieron entre tanto mal humor, se perdieron cada risa, cada canción, cada mirada, cada gesto para sacarte el pelo mojado de la cara, tus ojos no vieron que en mi cara la tormenta eléctrica se estaba haciendo mañana.. tus ojos nunca vieron nada, ciegos y todo, yo los cuidaba.
Cuando llegamos nos sacamos la ropa y la tendimos, nos calentamos las manos en la hornalla, nos secamos, nos besamos, nos dormimos.

Tiempo después, nos destruímos. Y recibí un mensaje tuyo una noche de febrero preguntandome que hacía, yo estaba viendo desde la ventana, como llovía, vos dijiste que darías todo por volver a esa calle, a ese día,
siempre tuviste que odiar y dañar lo que vas a necesitar toda tu vida
yo lo sabía
y es que en nuestra manera de amar la lluvia y yo somos parecidas.

La lluvia cae sin permiso a mojarte hasta los huesos
a recordarte lo lejos que estas de casa
la lluvia hace que el frío sea mas frío, te obliga a buscar calor
La lluvia te invade, no la podes controlar
no hay manera de saber cuanto va a durar
te envuelve y se lleva el temor
desestabiliza y te obliga a parar, a pensar, a dudar

Yo sonreí, porque se que en realidad, ni ella ni yo te caemos bien,
por que

en nuestra manera de amar
la lluvia y yo somos parecidas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario