sábado, 30 de octubre de 2010

Lo que queda del tiempo




¨ La otra noche, me cuenta Alejandra Adoum, la madre de Alina se estaba preparando para salir. Alina la miraba mientras la madre, sentada ante el espejo, se pintaba los labios, se dibujaba las cejas y se empolvaba la cara.
Después la madre se probó un vestido, y otro, y se puso un collar de coral negro y una peineta en el pelo, y toda
ella irradiaba una luz limpia y perfumada. Alina no le quitaba los ojos de encima.
-Como me gustaría tener tu edad – dijo Alina
- En cambio yo… -sonrió la madre- yo daría cualquier cosa por tener 4 años como tu.
Aquella noche, al regreso, la madre la encontró despierta. Alina se abrazó muy fuerte a sus piernas
-Me das mucha pena, mamá- dijo sollozando. ¨

Así Galeano nos cuenta a modo de relato, un de las tantas caras del tiempo. Sano, cruel, dócil, despiadado, natural, cíclico, el tiempo es para algunos un tema recurrente, para otros una obsesión y para algunos otros, sólo una unidad de medida existencial. Diferentes artistas de todas las ramas del arte han investigado,plasmado y retratado alguna de las miles de facetas que le damos los seres humanos a lo que llamamos tiempo, aún sin saber bien que es basta con sentirlo, puesto que el tiempo nos hace y nace un poco todos los días, y sigue su curso con o sin nosotros de por medio. Dolina asegura que en Flores hay un poeta de 32 años que aún ama a su primera novia de los 12 y que lo mantiene vivo la ilusión de encontrarla y verle con aquellos rasgos aniñados y tiernos que ya no posee y nunca más verá, y que esta imposibilidad de volver el tiempo atrás es la que hace que en realidad la ilusión nunca muera. Dalí dedicó gran parte de su obra en su periodo más surrealista a resolver sus propios planteos acerca del tiempo, sus limitaciones y su poder, hasta llegar a pintar relojes fundidos, derretidos, irrelevantes en un mundo donde el tiempo lo es todo hasta que finalmente no es nada. Oesterheld y Solano López dieron vida al Eternauta, un hombre que queda atrapado en el tiempo luego de una invasión extraterrestre a Buenos Aires, y no puede vivir sino a través del flujo que lo tiene yendo y viniendo en el pasado y el futuro peleando por toda la eternidad, y Jamie Livintong fue uno de los precursores de una idea que luego recorrería todo el mundo, se fotografió durante 18 años, todos los días, para tener el más noble registro del paso del tiempo en él mismo, durante este período se le diagnosticó una grave enfermedad y hay fotos incluso del día de su muerte. La misma teoría del caos de Nietzche es un gran análisis de cómo una pequeña modificacíón en el espacio- tiempo puede alterar los hechos de la manera más impresionante, argumento que la literatura, el cine y las artes en general usarían como tema en varias obras.
Los relojes, elementos fabricados para medir el paso de las horas, los minutos y segundos, son elementos que siempre generan imágenes mentales y simbólicas muy fuertes, y cada sociedad le aporta significados variados, siendo por ejemplo para Inglaterra un sinónimo de fortaleza y tradición, al ser el elemento que distingue a una de sus arquitecturas más famosas e históricas.
El tiempo pasa, y su paso no es en vano ni hay manera de frenarlo, pero al pasar cumple una función primordial para la existencia del hombre, se lleva cosas, lugares, personas, materiales, para algunos arruga la piel, encorva la espalda, disminuye los sentidos, para otros abre puertas cada día y es conexión con el entorno. Y al llevarse también deja y trae, imágenes, colores, sensaciones, traumas que al final se resumen en historias. El relato es la manera que encontramos las personas de llevar un hecho hacia donde queremos llevarlo, de transportar situaciones antiguas al presente e imaginar al mismo tiempo estando ahora, lo que vendrá después. Las historias las tenemos todo cada uno de nosotros es un gran testimonio del tiempo, no solo del paso de este sino también de lo que dejó tras su paso.

Una de estas historias en la historia de Mercedes, una abuela que cuando habla,
en realidad narra cuentos de lo que el tiempo hiso con ella.


Me encontré con Mercedes en uno de esos momentos en la vida donde necesitamos sentirnos insignificantes, donde necesitamos estar bien lejos del papel protagónico que a veces nos enferma para consolarnos con la idea de que al fin y al cabo solo
somos seres humanos comunes y corrientes, y que a la larga a todos nos pasan las mismas cosas. Ofuscada por momentos y emocionada por otros, cambia de tono y hasta de lugar cuando habla de su marido, fallecido hace más de 30 años, se aferra al ahora para seguir, a una familia numerosa llena de gente de buen corazón, pero llora los domingos cuando le pregunta a las paredes de su casa por qué. Su casa, museo de otra época se mantiene intacta desde que él falleció, la habitación matrimonial, cerrada, conservada, envuelta como en cristal, el alma cerrada también ante cualquier comentario al respecto.
En su relato hay dejos de cotideaneidad y atemporalidad, diambula por su vida
como quiere, me hace llegar sensaciones frescas de cosas que pasaron hace
muchísimos años y convierte cosas nuevas, en obsoletas e inservibles, sin
embargo no reniega de esta época , y con mucho entuasiasmo me muestra que
es lo que a ella el tiempo le dejó: una marea de nietos a comer, una colección
de mamaderas que no quiere tirar, y una foto de casamiento con el hombre
que fue perfecto hasta el final.
Aquí es donde el tiempo nos da tregua, donde somos libres de hacer lo que queramos con él, solo en este pequeño momento, en este quiebre, en el relato es cuando vemos los resultados echados arriba de la mesa y decidimos si seguir si parar, si caminar o correr, y vemos que atesorar y que no, que repetir y que no, y elegimos que y donde quedarnos para siempre, y donde no volver jamás.

A mi el tiempo me dejó, entre otras cosas, la extraña costumbre de hacer de
cada día, un viaje

El viaje es igual a cualquier otro viaje, nada que no haya pasado antes,
la gente es la misma también los lugares, y al volver cada noche escucho cosas similares pero alguien dice algo y a lo lejos yo me rio, soy yo que te amo de lejos
y mi risa está de luto
porque a veces cuando viajo dejo enterrada una parte de mi para siempre

Un viaje diario al mar, porque solo el mar sabe lo que el tiempo le hara a nuestros
ojos, lo sabe porque de tan grande, lo sabe todo.

Y al bajar la marea
se lleva lo que sobra

me deja lo que importa.

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